Investigación Mindfulness,
Una nueva investigación explora la relación entre la atención plena, la salud mental, la respiración y más.
Bondad amorosa para un envejecimiento más lento
La práctica de la bondad amorosa puede proteger tus genes y retrasar el envejecimiento, según un nuevo estudio. Los científicos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill querían saber qué formas de meditación protegían más a los telómeros (segmentos de ADN que evitan que los cromosomas se deterioren demasiado rápido). Ciento setenta y seis adultos sin experiencia previa en meditación fueron asignados para aprender meditación de atención plena o meditación de bondad amorosa, o para estar en un grupo de control sin entrenamiento. Durante seis semanas, los participantes de atención plena y bondad amorosa asistieron a clases grupales de meditación de una hora una vez por semana y se les pidió que usaran prácticas de audio de 20 minutos en casa todos los días. Los meditadores aprendieron a observar su experiencia para aumentar su objetividad y claridad mental, mientras que el grupo de bondad amorosa se centró en fomentar la bondad y la conexión social. La longitud de los telómeros de los participantes se midió antes y después del estudio. Después de seis semanas, la disminución más significativa en la longitud de los telómeros ocurrió en el control, con una disminución ligeramente menor entre los meditadores de atención plena y la menor disminución entre los practicantes de la bondad amorosa. Se necesita más investigación para determinar de qué se trata la meditación de bondad amorosa que puede proteger a los telómeros de los efectos del estrés y el envejecimiento.
El Cerebro tal como respiras
Centrarse en el momento y el ritmo de la respiración puede ayudar a dirigir la atención y mejorar el estado de ánimo, dice un nuevo estudio en el Journal of Neurophysiology. Los científicos del Instituto de Investigación Médica Feinstein estudiaron las respuestas del cerebro a los ejercicios de respiración. Seis adultos que ya se someten a monitoreo EEG (en el que los electrodos colocados directamente en el cerebro registran la actividad eléctrica) realizaron tres tareas: siguieron un patrón de respiración de ritmo normal, luego respiración de ritmo más rápido, ciclando entre ritmos ocho veces. Luego, contaron las inhalaciones y las exhalaciones por cortos intervalos, luego informaron cuántas respiraciones habían tomado. Por último, hicieron una tarea de enfoque mientras se supervisaba su ciclo de respiración.
Los diferentes estilos de respiración activaron no solo el tronco encefálico o “centro de respiración”, sino también las regiones cerebrales vinculadas a la emoción, la atención y la conciencia del cuerpo. La respiración rápida estimuló la amígdala, lo que sugiere que la respiración rápida puede provocar ansiedad, enojo o miedo. Esto plantea la posibilidad de que las estrategias de respiración específicas puedan ayudar a las personas a manejar sus pensamientos, estados de ánimo y experiencias.
B GRACE BULLOCK PHD
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